jueves, 22 de marzo de 2012

Mil Bolenas para Devia

TEATRO DEL MAGGIO MUSICALE FIORENTINO
18/III/2012
Anna Bolena de Gaettano Donizetti
Dir. musical: Adriy Yurkevych
Dir. escena: Graham Vick
Andrea Severi (piano) / Coro del Maggio Musicale Fiorentino
Solistas: Mariella Devia, Sonia Ganassi, Roberto Scandiuzzi, Shalva Mukeria y otros.

Al llegar al Teatro del Maggio Musicale Fiorentino lo primero que me dijeron es que por motivos políticos (presencia de la RAI grabando el espectáculo) la orquesta convocó una huelga por lo que posiblemente no iba a tocar en la función. Y así fue. 

No puedo negar mi gran ofuscación inicial, ni obviar la del público al comunicarse que finalmente un piano sería el acompañante de Anna Bolena. Abucheos, gritos de "vergogna" y otros improperios salieron proyectados hacia la señora que leyó el comunicado en el escenario.

Acto seguido, el pianista y el director ocuparon el foso dando como resultado un espectáculo indescriptiblemente bello y equilibrado, si bien al principio no deja de parecer extraño el piano como sustituto de la orquesta. Pero el oido se acostumbra. Mariella Devia estuvo tal y como era de esperar. Enérgica, brillante y mostrando un color para mi desconocido en sus directos: la falta de orquesta hizo que su pequeña voz aflorase con matices de otro modo imperceptibles. Demostró, una vez más, que es la mayor experta en belcantismo que puede verse hoy en día en un escenario y que ya pueden venir Netrebkos, Gruberovas o Theodossius, que ninguna la iguala en técnica, naturalidad y pasión.

La Bolena es un rol que ha estrenado en edad madura, hace unos 6 años, y ya hemos podido verla en distintos montajes en este tiempo. Intrépida y arriesgada en su impecable coloratura, fruto de una sabiduría que atestiguan sus 63 años, Devia terminó con un brutal Coppia iniqua que tuvo en completa tensión al público durante los más de 20 minutos que dura la secuencia final Al dolce guidami (que bordó tumbada en el suelo boca abajo) - Cielo, a'miei lunghi spasimi - Coppia iniqua. Después, locura. 

Junto a la de Chiusavecchia escuchamos a otra grande, Sonia Ganassi, destacada rossiniana e impoluta Giovanna Seymour de aterciopelada voz y gran casación con Devia, con la que protagonizó un Va, infelice muy efectivo y ovacionado.

Completando el reparto debemos nombrar al célebre Roberto Scandiuzzi que, pese a ofrecer un Enrico VIII un tanto seco, supo ponerse a la altura de sus compañeros. De igual forma, el tenor ligero Shalva Mukeria, que encarnó a Lord Riccardo Percy, estuvo balanzeándose en la cuerda floja, pero demostró dominar con convicción los agudos que exige el rol.

Lord Rochefort, cantado por Konstantin Gorny, y el Smeton de José Maria Lo Monaco fueron correctos. También lo fue el coro, aunque en ciertos pasajes no se mostró muy decidido ni potente.


La producción, moderna pero clásica, dinámica y seductora, es la de la Arena di Verona y el Teatro Verdi di Trieste, con la que hemos podido ver a Devia en varias ocasiones desde que debutó el rol.

Pero si a alguien hay que agradecer profusamente la labor es a Andrea Severi, el pianista, que interpretó de forma excelente la parte orquestal, al igual que el director Adriy Yurkevych. En conjunto cantantes, pianista y director mostraron una profesionalidad remarcable en un momento en que la política quiso estar por encima de la música.

sábado, 17 de marzo de 2012

Aida hace aguas en La Scala

TEATRO ALLA SCALA
10/ III/ 2012
Dir. musical: Omer Meir Wellber

Dir. escena: Franco Zeffirelli
Orquesta y Coro Teatro alla Scala
Oksana Dyka, Luciana D'Intino, Stuart Neill, Giacomo Prestia, Ambrogio Maestri

Cuando te dicen eso de "La Scala ya no es lo que era" o "La Scala ha perdido mucho nivel" uno piensa que no será para tanto. Por lo menos eso me ocurría a mi hasta que me personé en el célebre coliseo italiano para ver una representación de Aida de Giuseppe Verdi.

Al principio todo pintaba muy bien, ya que el Teatro recuperó la legendaria producción que Franco Zeffirelli hizo en 1963 (un señor montaje) y el reparto vocal tenía buen aspecto con Dyka como Aida, D'intino en el papel de Amneris y Stuart Neill como Radamès.

Sin embargo mi primera sorpresa llegó con la dirección de un Omer Wellber, titular de Les Arts de Valencia, que demostró poca mano con el repertorio verdiano aplicando unos tempos inconexos que debilitaron en muchos pasajes el lucimiento del coro y aplastaron algunas de las líneas más notables de la partitura. De hecho, la sensación fue la que se experimenta en un primer ensayo, cuando todavía los músicos no saben muy bien lo que el director quiere. Como era de esperar el exigente público del teatro recompensó la dirección de Wellber con algún abucheo y algún grito de "vergogna".

Quien tampoco fue muy bien acogida fue Oksana Dyka que, al igual que el resto del reparto, empezó muy desatinada y calentó motores al final del segundo acto. D'Intino, débil y casi inexistente al inicio, resultó ser una gran Amneris de potentes graves, sólidos agudos y bella línea melódica. No podemos decir lo mismo de Stuart Neill, cuya desafortunada interpretación frustró tanto que su Celeste Aida no recibió ni un aplauso. En resumen, solo se pudo escuchar la verdadera obra de Verdi en el último acto, en el que todos parecieron ponerse de acuerdo para hacer algo digno.

Por el contrario, el bajo italiano Giacomo Prestia, que cantó el papel de Ranfis, fue la estrella de la velada, abordando con firmeza y convencimiento el rol de una forma magistral, al igual que el baritono Ambrogio Maestri, un sólido Amonasro.

Especial mención requieren los bailarines, pertenecientes a la compañía de la Scala, que defendieron con éxito su intervención.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Mariella Devia triunfa en Marsella

ÓPERA DE MARSEILLE
27/ XI/ 2011
Roberto Devereux (versión concierto)
Dir. Alain Guingal
Orquesta y Coro de la Ópera de Marsella


Mariella Devia
Hablar de Mariella Devia son palabras grandes. La intérprete italiana ha logrado ser una de las mejores voces belcantistas de los últimos tiempos, con una técnica limpia, perfecta y un instrumento que, a sus 63 años, se mantiene inerte al paso del tiempo y es capaz de realizar las virguerías más inimaginables . Así lo ha demostrado durante las cuatro funciones que ha realizado en la Ópera de Marsella con su debutante Roberto Devereux, con el que cierra la Trilogía Tudor de Donizetti, que es, a la vez y oficialmente, el último título que estrenará la de Chiusavecchia (aunque posteriormente me comentó que estaba pensando si hacer o no Norma).

Pero la cuestión es que Devia estuvo soberbia tanto en línea como en color, haciendo alarde de una coloratura de infarto y el uso de un impactante y nítido sobreagudo, marca inconfundible de la casa. Su intervención fue brillante de principio a fin, llegando a sus máximas en la famosa aria Vivi ingrato y el consecuente y apoteósico Quel sangue versato final. Y es que esta señora no da su brazo a torcer y, a lo largo de su trayectoria, ha sabido elegir unos roles, de entre los que destacan Amenaide, Lucrezia Borgia, Constanze o Maria Estuarda, que la han llevado a las cimas más altas del éxito.

El elenco de artistas saludando al final de la función
Compartiendo reparto con ella estuvo Béatrice Uria-Monzon, a quien vimos este verano en Barcelona cantando a Carmen junto a Fabio Armiliato y María Bayo. La mezzo franco-española se hizo perfectamente con el rol y asumió con gran belleza algunos de los complicados pasajes que exige Sara.

El reputado tenor Stefano Secco, con una técnica flamante y una tesitura de escándalo que, en más de una ocasión, levantó la ovación del público, se convirtió en un Roberto Devereux excepcional y digno de figurar en los anales de la historia de la ópera. 

Por su parte, el barítono Fabio Maria Capitanucci dotó al Duc de Nottingham de una sensibilidad y una potencia difíciles de encontrar en las recientes interpretaciones del rol, que cautivó a todos los ahí presentes. 

Ya en menor medida, el tenor Julien Dran defendió dignamente el papel de Lord Cecil y Jean-Marie Delpas fue un correcto Sir Gualtiero Raleigh. 

La dirección estuvo apasionantemente llevada a cabo por Alain Guingal, quien se puso al frente de la implacable Orquesta y Coro de la Ópera de Marsella, y no dudó en dotar de vigor los compases con mayor tensión de la obra.

martes, 22 de noviembre de 2011

Cuando Nancy conoció a Victoria

TEATRE AUDITORI DE SANT CUGAT
20 / XI / 2011
Recital Nancy Fabiola Herrera (mezzosoprano)
Piano. Mac McClure
Obras de Gerhard, Mompou, Ortega, Falla, Llorca y Montsalvatge

El domingo, la gran mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera ofreció un recital en el Auditori Victòria dels Àngels de Sant Cugat del Vallès en el que fue el arranque de su nueva gira, Lucero nuestro, que la tendrá ocupada gran parte de 2012 por los principales teatros españoles. Acompañada al piano por el americano Mac McClure, la canaria interpretó un repertorio muy intenso, aunque no excesivamente complejo, formado por piezas de Gerhard, Mompou, Ortega, Falla, Llorca y Montsalvatge

La elección de este programa responde a la voluntad de ser un homenaje a la ilustre Victoria de los Ángeles, cuya carrera se centró mucho en recitales formados por canciones para concierto. En la misma línea, Lucero nuestro hace alusión al hijo con síndrome de down de Victoria, al que llamaba “Lucero mío”. 

El debut de Nancy Fabiola en Sant Cugat fue, como era de esperar, brillante y agradable. Capaz de seducir tanto a París con su Giulietta como a Nueva York con su Maddalena o a Tokio con Carmen, la solista resplandeció ejecutando las interesantes Tonades de Robert Gerhard, que recientemente acaba de grabar, y que fueron por primera vez interpretadas en este concierto inaugural. No menos merecedora de mención es The dark side, una especie de pieza de musical del alicantino Ricardo Llorca, en la que la mezzo canaria hizo rienda suelta de sus dotes interpretativos o las ya casi legendarias Cinco canciones negras de Montsalvatge, que abordó con la sensibilidad y la picardía que requieren. En este sentido, Nancy Fabiola Herrera ofreció dos bis, el primero de los cuales, Nana, fue, tal y como explicó, una supuesta sexta Canción negra que el editor no dejó introducir a Montsalvatge en la publicación de la obra, y que es de gran riqueza musical (incluso me atrevería a sugerir que posee mayores características que Canción de cuna para dormir a un negrito) y, en último lugar, cantó un espiritual negro en el que la intérprete sacó todo el potencial de su voz. Y es que, precisamente, voz no le falta, aunque no se dejó ver demasiado con la elección del programa que, aunque de gran belleza, es eminentemente plano y monótono. Pero hay que ser justos y apreciar las cualidades sensitivas del repertorio, la perfección de su cantante, una de las figuras más reveladoras de su generación, y el homenaje a De los Ángeles, quien estuvo presente mediante un pañuelo de Victoria que su hijo Álex regaló a Nancy ese mismo día.  

lunes, 21 de noviembre de 2011

Le Grand Macabre arrolla en el Liceu

GRAN TEATRE DEL LICEU
19 / XI / 2011
Dir. musical. Michael Boder
Dir. escena. Àlex Ollé (La Fura dels Baus) y Valentina Carrasco
Orquestra Simfònica i Cor del Gran Teatre del Liceu
Varios solistas


Ning Liang durante el primer acto
Cuando uno se enfrenta a una ópera como Le Grand Macabre, debe tener en cuenta distintos aspectos previos. Primeramente, no va a encontrarse ante una eclosión belcantista de voces, escalas trepidantes y apasionados duetos. En segundo lugar, posiblemente el decorado y la puesta en escena violente y tenga momentos explícitos de sexo y degradación. Por eso mismo, debemos saber a lo que vamos.

Estamos ante una obra moderna, estrenada en 1978 y revisada en 1997, que explora nuevos ritmos, texturas y formas de hacer música. De hecho, György Ligeti, uno de los más grandes compositores del siglo XX, logró con esta partitura, su única ópera o, tal y como él lo definió, "anti-anti-ópera", renovar el género y darle una vertiente más actualizada, afín con el imperante Pop Art del momento.

Por su parte, el libretto, que retrata unos personajes que esperan el fin del mundo y que, cuando creen que han muerto, resulta que todo era una patraña y todos viven y cantan a la vida, responde a un estado de confusión que, contrariamente a lo que parece es, en definitiva, un canto a la vida y a la esperanza. Esa esperanza que el viejo continente perdió después de tantas guerras y dictaduras.

Pero no tenemos mejor ejemplo para entender el conjunto de lo que es Le Grand Macabre que observar la obra pictórica de El Bosco o Brueghel el Viejo. ¿Qué banda sonora le pondríais? ¿Mozart o Rossini, quizás Bach o Schubert? No. Probablemente los sonidos más desgarrados, mezclados con bocinas, vientos disonantes y contrastes rítmicos sea lo más ajustado. 

Moraleda y Puche cantan desde el interior del gran decorado
El Gran Teatre del Liceu estrenó el sábado esta ópera en España con una impresionante producción de La Fura dels Baus, que ha sabido interpretar a la perfección el significado de la obra de Ligeti. Un coloso de 7 metros de altura, 15 de ancho y 7 toneladas, Claudia, que se abre, cierra y gira sobre sí mismo 360º, llenó el escenario durante toda la función, sirviendo de elemento central y fundamental para el desarrollo de la obra. Aparte, una fabulosa tecnología visual, con proyecciones sobre la gran figura, y videomontajes, ha hecho de este uno de los éxitos más reveladores de la famosa compañía catalana. Aunque, como era de esperar, al final de la ópera recibió tanto aplausos como algún que otro abucheo procedente de las partes más altas del coliseo. 

En cuanto a los cantantes y la orquesta, la tónica general fue sobresaliente y todos salieron airosos de la extrema dificultad que encierra esta partitura. El maestro Boder estuvo radiante y milimétrico, demostrando, una vez más, un gran manejo de tan complicado repertorio.  Por su parte, destacaron, sin lugar a dudas, las intervenciones de la soprano Barbara Hannigan, la mezzo Ning Liang, el contratenor Brian Asawa y el veterano Chris Merritt. También hay que hacer mención a las dos voces catalanas del montaje, Inés Moraleda y Ana Puche, que interpretaron a los amantes Amando y Amanda. Todos ellos vibraron en una escenografía viva y dinámica, enfundados en un vestuario entre lo freak y lo kitsch, con guiños a Madonna, Michael Jackson y a los Mossos d'Esquadra. Una maravilla que, por fin, ha llegado a nuestro país en un envoltorio insuperable. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Disputada Fase Autonómica del Certamen Intercentros

Ayer tuvo lugar la Fase Autonómica de Cataluña del Certamen Nacional "Intercentros Melómano", que organiza la Fundación Orfeo, y de la que fui miembro del jurado. 

El concurso tuvo lugar en el Conservatorio del Liceo de Barcelona y, aunque debía empezar a las 10:30, se demoró hasta las 11. Duró hasta las 19 h. En el tribunal compartí mesa con el famoso crítico Jorge de Persia y el reputado compositor y antiguo profesor del Conservatorio David Padrós, ambos distinguidas personalidades dentro del mundo de la música. 

En cuanto a los intérpretes, que eran de Grado Profesional, había desde clarinetistas y guitarristas hasta cantantes, trompetas, trombones y flautas. Es extraño, sin embargo, la presencia de solo un pianista o la ausencia de violinista alguno.

En cuanto a los jóvenes, procedían de los Conservatorios del Liceu, Tortosa, Tarragona, Badalona, Igualada, Terrassa y Vila-seca. La final estuvo muy disputada y, personalmente, tuve serias dudas entre cinco o seis posibles ganadores, ya que el nivel general fue altísimo. No obstante, hubo que tomar una decisión, que llevó al triunfo del guitarrista tortosino Ferràn Talarn. El segundo lugar fue para el oboe de Montserrat Piqué, de Tarragona, y, por último, el clarinetista Manuel Rives del Conservatorio de Badalona se hizo con el tercer premio. 

Los tres vencedores de la jornada obtienen un premio consistente en una gira de conciertos por distintos conservatorios, mientras de Ferràn Talarn pasa a la Fase Final del certamen el próximo 8 de diciembre en Madrid, en la que un total de 17 participantes representarán a su comunidad autónoma de procedencia optando, el vencedor, a importantes contratos por toda la geografía española. 

¡Mucha suerte!

lunes, 14 de noviembre de 2011

La Seo de Barcelona recupera su legado

CATEDRAL DE BARCELONA (Capilla del Cristo de Lepanto)
12 / XI / 2011
Dir. David Malet
Cor de Cambra Francesc Valls
Obras de: Joan Pau Pujol, Marcià Albareda, Joan Barter y Francesc Valls


Pocas cosas despiertan más mi interés musical que el reestreno de obras que, por el motivo que sea, se han perdido en el tiempo hasta que algún curioso ha decidido encontrarlas, sacarles el polvo y devolverles la vida. Ahora eso está muy de moda, y está bien, pero no solo las grandes figuras internacionales están desarrollando una concienzuda actividad en este ámbito, también conjuntos más pequeños, aunque no por ello de menor calidad, llevan a cabo una interesantísima labor de recuperación de repertorio. Muestra de ello es el Cor de Cambra Francesc Valls, al que pude ver el sábado en la Catedral de Barcelona.

El Cor en un anterior concierto en la Catedral barcelonesa
El programa lo formaron cuatro grandes maestros de capilla de la Catedral de Barcelona: Joan Pau Pujol (1570-1626), Marcià Albareda (?-1673), Joan Barter (1650-1706) y Francesc Valls (1671-1747). Contemporáneos de Monteverdi, Schütz, Purcell o Bach, dejaron un legado primordial para entender la producción musical catalana del siglo XVII y, aunque su música no aporte demasiado a lo ya escrito por sus contemporáneos europeos, es notable la lucidez, la profundidad y el refinado gusto que se respira en ella.

Para ser más precisos, sonaron la Misa pro defunctis a 4 voces de Joan Pau Pujol, las motetes Ave Maria, Veni sponsa Christi y Nous autem gloriari de Marcià Albareda, la Misa a 6 voces y bajo continuo de Joan Barter y las motetes Qui manducat meam carnem y O vos omnes y el salmo Beatus vir de Francesc Valls, el más sobresaliente de todos ellos.

El Cor de Cambra Francesc Valls, conjunto vocal de la Catedral, dirigido por David Malet y acompañado en algunos números por bajón, arpa doble y órgano positivo, abordó el programa con gran sentido historicista y una luminosidad que llenó, con calidez, la fabulosa Capilla del Cristo de Lepanto del templo. Destacaron ampliamente los bajos del conjunto, así como las sopranos, que dieron un amplio sentido a las líneas de este primer Barroco, logrando un cualitativo resultado que ya vaticinaba el más que repleto recinto.