martes, 22 de noviembre de 2011

Cuando Nancy conoció a Victoria

TEATRE AUDITORI DE SANT CUGAT
20 / XI / 2011
Recital Nancy Fabiola Herrera (mezzosoprano)
Piano. Mac McClure
Obras de Gerhard, Mompou, Ortega, Falla, Llorca y Montsalvatge

El domingo, la gran mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera ofreció un recital en el Auditori Victòria dels Àngels de Sant Cugat del Vallès en el que fue el arranque de su nueva gira, Lucero nuestro, que la tendrá ocupada gran parte de 2012 por los principales teatros españoles. Acompañada al piano por el americano Mac McClure, la canaria interpretó un repertorio muy intenso, aunque no excesivamente complejo, formado por piezas de Gerhard, Mompou, Ortega, Falla, Llorca y Montsalvatge

La elección de este programa responde a la voluntad de ser un homenaje a la ilustre Victoria de los Ángeles, cuya carrera se centró mucho en recitales formados por canciones para concierto. En la misma línea, Lucero nuestro hace alusión al hijo con síndrome de down de Victoria, al que llamaba “Lucero mío”. 

El debut de Nancy Fabiola en Sant Cugat fue, como era de esperar, brillante y agradable. Capaz de seducir tanto a París con su Giulietta como a Nueva York con su Maddalena o a Tokio con Carmen, la solista resplandeció ejecutando las interesantes Tonades de Robert Gerhard, que recientemente acaba de grabar, y que fueron por primera vez interpretadas en este concierto inaugural. No menos merecedora de mención es The dark side, una especie de pieza de musical del alicantino Ricardo Llorca, en la que la mezzo canaria hizo rienda suelta de sus dotes interpretativos o las ya casi legendarias Cinco canciones negras de Montsalvatge, que abordó con la sensibilidad y la picardía que requieren. En este sentido, Nancy Fabiola Herrera ofreció dos bis, el primero de los cuales, Nana, fue, tal y como explicó, una supuesta sexta Canción negra que el editor no dejó introducir a Montsalvatge en la publicación de la obra, y que es de gran riqueza musical (incluso me atrevería a sugerir que posee mayores características que Canción de cuna para dormir a un negrito) y, en último lugar, cantó un espiritual negro en el que la intérprete sacó todo el potencial de su voz. Y es que, precisamente, voz no le falta, aunque no se dejó ver demasiado con la elección del programa que, aunque de gran belleza, es eminentemente plano y monótono. Pero hay que ser justos y apreciar las cualidades sensitivas del repertorio, la perfección de su cantante, una de las figuras más reveladoras de su generación, y el homenaje a De los Ángeles, quien estuvo presente mediante un pañuelo de Victoria que su hijo Álex regaló a Nancy ese mismo día.  

lunes, 21 de noviembre de 2011

Le Grand Macabre arrolla en el Liceu

GRAN TEATRE DEL LICEU
19 / XI / 2011
Dir. musical. Michael Boder
Dir. escena. Àlex Ollé (La Fura dels Baus) y Valentina Carrasco
Orquestra Simfònica i Cor del Gran Teatre del Liceu
Varios solistas


Ning Liang durante el primer acto
Cuando uno se enfrenta a una ópera como Le Grand Macabre, debe tener en cuenta distintos aspectos previos. Primeramente, no va a encontrarse ante una eclosión belcantista de voces, escalas trepidantes y apasionados duetos. En segundo lugar, posiblemente el decorado y la puesta en escena violente y tenga momentos explícitos de sexo y degradación. Por eso mismo, debemos saber a lo que vamos.

Estamos ante una obra moderna, estrenada en 1978 y revisada en 1997, que explora nuevos ritmos, texturas y formas de hacer música. De hecho, György Ligeti, uno de los más grandes compositores del siglo XX, logró con esta partitura, su única ópera o, tal y como él lo definió, "anti-anti-ópera", renovar el género y darle una vertiente más actualizada, afín con el imperante Pop Art del momento.

Por su parte, el libretto, que retrata unos personajes que esperan el fin del mundo y que, cuando creen que han muerto, resulta que todo era una patraña y todos viven y cantan a la vida, responde a un estado de confusión que, contrariamente a lo que parece es, en definitiva, un canto a la vida y a la esperanza. Esa esperanza que el viejo continente perdió después de tantas guerras y dictaduras.

Pero no tenemos mejor ejemplo para entender el conjunto de lo que es Le Grand Macabre que observar la obra pictórica de El Bosco o Brueghel el Viejo. ¿Qué banda sonora le pondríais? ¿Mozart o Rossini, quizás Bach o Schubert? No. Probablemente los sonidos más desgarrados, mezclados con bocinas, vientos disonantes y contrastes rítmicos sea lo más ajustado. 

Moraleda y Puche cantan desde el interior del gran decorado
El Gran Teatre del Liceu estrenó el sábado esta ópera en España con una impresionante producción de La Fura dels Baus, que ha sabido interpretar a la perfección el significado de la obra de Ligeti. Un coloso de 7 metros de altura, 15 de ancho y 7 toneladas, Claudia, que se abre, cierra y gira sobre sí mismo 360º, llenó el escenario durante toda la función, sirviendo de elemento central y fundamental para el desarrollo de la obra. Aparte, una fabulosa tecnología visual, con proyecciones sobre la gran figura, y videomontajes, ha hecho de este uno de los éxitos más reveladores de la famosa compañía catalana. Aunque, como era de esperar, al final de la ópera recibió tanto aplausos como algún que otro abucheo procedente de las partes más altas del coliseo. 

En cuanto a los cantantes y la orquesta, la tónica general fue sobresaliente y todos salieron airosos de la extrema dificultad que encierra esta partitura. El maestro Boder estuvo radiante y milimétrico, demostrando, una vez más, un gran manejo de tan complicado repertorio.  Por su parte, destacaron, sin lugar a dudas, las intervenciones de la soprano Barbara Hannigan, la mezzo Ning Liang, el contratenor Brian Asawa y el veterano Chris Merritt. También hay que hacer mención a las dos voces catalanas del montaje, Inés Moraleda y Ana Puche, que interpretaron a los amantes Amando y Amanda. Todos ellos vibraron en una escenografía viva y dinámica, enfundados en un vestuario entre lo freak y lo kitsch, con guiños a Madonna, Michael Jackson y a los Mossos d'Esquadra. Una maravilla que, por fin, ha llegado a nuestro país en un envoltorio insuperable. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Disputada Fase Autonómica del Certamen Intercentros

Ayer tuvo lugar la Fase Autonómica de Cataluña del Certamen Nacional "Intercentros Melómano", que organiza la Fundación Orfeo, y de la que fui miembro del jurado. 

El concurso tuvo lugar en el Conservatorio del Liceo de Barcelona y, aunque debía empezar a las 10:30, se demoró hasta las 11. Duró hasta las 19 h. En el tribunal compartí mesa con el famoso crítico Jorge de Persia y el reputado compositor y antiguo profesor del Conservatorio David Padrós, ambos distinguidas personalidades dentro del mundo de la música. 

En cuanto a los intérpretes, que eran de Grado Profesional, había desde clarinetistas y guitarristas hasta cantantes, trompetas, trombones y flautas. Es extraño, sin embargo, la presencia de solo un pianista o la ausencia de violinista alguno.

En cuanto a los jóvenes, procedían de los Conservatorios del Liceu, Tortosa, Tarragona, Badalona, Igualada, Terrassa y Vila-seca. La final estuvo muy disputada y, personalmente, tuve serias dudas entre cinco o seis posibles ganadores, ya que el nivel general fue altísimo. No obstante, hubo que tomar una decisión, que llevó al triunfo del guitarrista tortosino Ferràn Talarn. El segundo lugar fue para el oboe de Montserrat Piqué, de Tarragona, y, por último, el clarinetista Manuel Rives del Conservatorio de Badalona se hizo con el tercer premio. 

Los tres vencedores de la jornada obtienen un premio consistente en una gira de conciertos por distintos conservatorios, mientras de Ferràn Talarn pasa a la Fase Final del certamen el próximo 8 de diciembre en Madrid, en la que un total de 17 participantes representarán a su comunidad autónoma de procedencia optando, el vencedor, a importantes contratos por toda la geografía española. 

¡Mucha suerte!

lunes, 14 de noviembre de 2011

La Seo de Barcelona recupera su legado

CATEDRAL DE BARCELONA (Capilla del Cristo de Lepanto)
12 / XI / 2011
Dir. David Malet
Cor de Cambra Francesc Valls
Obras de: Joan Pau Pujol, Marcià Albareda, Joan Barter y Francesc Valls


Pocas cosas despiertan más mi interés musical que el reestreno de obras que, por el motivo que sea, se han perdido en el tiempo hasta que algún curioso ha decidido encontrarlas, sacarles el polvo y devolverles la vida. Ahora eso está muy de moda, y está bien, pero no solo las grandes figuras internacionales están desarrollando una concienzuda actividad en este ámbito, también conjuntos más pequeños, aunque no por ello de menor calidad, llevan a cabo una interesantísima labor de recuperación de repertorio. Muestra de ello es el Cor de Cambra Francesc Valls, al que pude ver el sábado en la Catedral de Barcelona.

El Cor en un anterior concierto en la Catedral barcelonesa
El programa lo formaron cuatro grandes maestros de capilla de la Catedral de Barcelona: Joan Pau Pujol (1570-1626), Marcià Albareda (?-1673), Joan Barter (1650-1706) y Francesc Valls (1671-1747). Contemporáneos de Monteverdi, Schütz, Purcell o Bach, dejaron un legado primordial para entender la producción musical catalana del siglo XVII y, aunque su música no aporte demasiado a lo ya escrito por sus contemporáneos europeos, es notable la lucidez, la profundidad y el refinado gusto que se respira en ella.

Para ser más precisos, sonaron la Misa pro defunctis a 4 voces de Joan Pau Pujol, las motetes Ave Maria, Veni sponsa Christi y Nous autem gloriari de Marcià Albareda, la Misa a 6 voces y bajo continuo de Joan Barter y las motetes Qui manducat meam carnem y O vos omnes y el salmo Beatus vir de Francesc Valls, el más sobresaliente de todos ellos.

El Cor de Cambra Francesc Valls, conjunto vocal de la Catedral, dirigido por David Malet y acompañado en algunos números por bajón, arpa doble y órgano positivo, abordó el programa con gran sentido historicista y una luminosidad que llenó, con calidez, la fabulosa Capilla del Cristo de Lepanto del templo. Destacaron ampliamente los bajos del conjunto, así como las sopranos, que dieron un amplio sentido a las líneas de este primer Barroco, logrando un cualitativo resultado que ya vaticinaba el más que repleto recinto. 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Oesmann y Barrera, Barrera y Oesmann

L'AUDITORI
8 / noviembre / 2011
Dir: Pablo González
OBC
Solistas: Frauke Oesmann y Magdalena Barrera

Mozart fue un revolucionario de primera línea, por ello no debería sorprendernos encontrarlo compartiendo programa con autores tan innovadores como Edgard Varèse o Luciano Berio. Sin embargo, sorprende, porque para nosotros Mozart no se enmarca dentro de una vanguardia, sino que responde a uno de los máximos representantes de la "música clásica", "música culta" o como quieran llamarle.
La flautista Frauke Oesmann
Recordando unas palabras que me dijo recientemente un amigo compositor, la "música clásica" y la "música contemporánea" (y lo pongo entre comillas porque no voy a entrar ahora a debatir nomenclaturas) deben interpretarse juntas, con total naturalidad, y sin separación alguna.

Por eso, ayer fui a L'Auditori y me encontré con un programa que empezaba por Varèse, seguía con Mozart, después venía Berio, pasamos por Montsalvatge y retornamos Mozart. Esto es la música, queridos amigos, y todo es música, le pese a quien le pese.

De Varèse sonó su obra Intégrales, en una revisión de Chou Wen-Chung. Esta composición carece de línea melódica y tema principal. Escrita para orquesta de viento y percusión, su objetivo es lanzar sonidos, proyectarlos, para que podamos impregnarnos de la riqueza del instrumento y su potencial. El conjunto de la OBC estuvo formidable, y me llamó la atención ver a Pablo González, a quien relaciono más con autores del XIX, dirigiendo este repertorio tan arriesgado.

A continuación, Concierto para flauta, arpa y orquesta en Do mayor, KV 299 (297c) de Mozart captó toda la atención de la noche. Las solistas fueron las de flauta y arpa de la Orquesta. Frauke Oesmann y Magdalena Barrera, respectivamente. Solo tengo halagos para ellas. La ejecución fue sublime, coordinada, cómplice y delicada. Oesmann hizo gala de una fina técnica y Barrera hizo que el arpa sonase y actuase como instrumento solista. No es la primera vez que veo este concierto y la verdad es que el frágil sonido del arpa suele quedar absorbido por la orquesta y la flauta. Anoche esto no ocurrió. Barrera estuvo sobresaliente y elegante, a la altura sonora de su compañera. Por su parte, González modeló al conjunto con una gracilidad enternecedora.

OBC
El segundo bloque consistió en la Sequenza I para flauta de Luciano Berio. Una obra para flauta sola que supone todo un reto virtuosístico para el músico. El sonido baila, explorando todos los rincones del instrumento en un festival brillante. Oesmann entendió perfectamente el significado de la obra y así lo plasmó en su nítida interpretación. Le siguió Barrera con las Variaciones sobre un tema anónimo para arpa de Montsalvatge, que bordó la belleza de esta composición de madurez del autor.

En último lugar pudimos escuchar la Sinfonía núm. 41 en Do mayor, KV 551 "Júpiter" de Mozart que, pese a la frialdad y ausencia de brillo con la que se interpretaron los dos movimientos centrales (Andante cantabile y Menuetto: Allegretto), revivió en el Molto allegro final para dejar un buen sabor de boca a los que asistimos a la cita.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Soberbia Pires

L'AUDITORI
Temporada Ibercamera
3 / noviembre / 2011
Royal Philharmonic Orchestra
Director: Pinchas Zukerman
Solistas: Maria Joao Pires y Pinchas Zukerman

Maria Joao Pires no solo lleva 60 años triunfando por el mundo, sino que tiene la capacidad de llenar una sala desde la primera hasta la última fila. Ayer pude ser testigo de ello en la inauguración de la 28ª Temporada Ibercamera, con un más que abarrotado L'Auditori que se rindió a los pies de la virtuosa pianista lisboeta. 

Maria Joao Pires
El repertorio fue muy interesante, ya que alternó una pieza de cámara con una sinfonía y un concierto para piano. Formas musicales difíciles de ver juntas en los conciertos programados en auditorios de primer circuito. El tema en torno al que giraba, el clasicismo vienés.

En primer lugar sonó la Sonata para violín y piano núm. 1, en Re Mayor, op. 12/1 de Beethoven, que unió por primera vez en un escenario a Pires y al violinista y director Pinchas Zukerman en lo que fue una impresionante e histórica conjugación de matices, técnica y expresividad. Ambos son grandes conocedores de la obra beethoveniana, así como reputados intérpretes de música de cámara, por lo que el éxito estaba prácticamente asegurado.

Pinchas Zukerman
Pero la principal atención de la cita recaía en el segundo número de la noche, el Concierto para piano y orquesta núm. 27, en Si bemol Mayor de Mozart, que recoge algunas de las páginas más bellas de la última etapa del autor. Joao Pires, cuya integral de los conciertos para piano de Mozart es referencial, estuvo impecable y precisa. La solista, que recibió diez minutos de aplausos, tiene el especial don de hacer que sus grabaciones suenen exactamente con la misma precisión que sus directos, convirtiendo el sonido en algo propio que transmite con una sensibilidad y una humildad sobrecogedoras. Quizás por eso es la pianista más admirada de nuestra era. En cuanto a la orquesta, la célebre Royal Philharmonic inglesa, estuvo impoluta, intensa y dialogante con el piano, tal y como debe ser, bajo la batuta de Zukerman.

Tras el intermedio, la formación británica ofreció una segunda parte formada por la Séptima de Beethoven. Un espectáculo de pirotecnia absoluto que iluminó en los movimientos rápidos, en especial el final Allegro con brio, y emocionó con el fabuloso Allegretto, despertando una sincera ovación por parte del público. De regalo, pudimos escuchar Las criaturas de Prometeo, también del genio de Bonn.

¡Felicidades a Ibercamera por su nueva temporada y mucha suerte!