lunes, 14 de noviembre de 2011

La Seo de Barcelona recupera su legado

CATEDRAL DE BARCELONA (Capilla del Cristo de Lepanto)
12 / XI / 2011
Dir. David Malet
Cor de Cambra Francesc Valls
Obras de: Joan Pau Pujol, Marcià Albareda, Joan Barter y Francesc Valls


Pocas cosas despiertan más mi interés musical que el reestreno de obras que, por el motivo que sea, se han perdido en el tiempo hasta que algún curioso ha decidido encontrarlas, sacarles el polvo y devolverles la vida. Ahora eso está muy de moda, y está bien, pero no solo las grandes figuras internacionales están desarrollando una concienzuda actividad en este ámbito, también conjuntos más pequeños, aunque no por ello de menor calidad, llevan a cabo una interesantísima labor de recuperación de repertorio. Muestra de ello es el Cor de Cambra Francesc Valls, al que pude ver el sábado en la Catedral de Barcelona.

El Cor en un anterior concierto en la Catedral barcelonesa
El programa lo formaron cuatro grandes maestros de capilla de la Catedral de Barcelona: Joan Pau Pujol (1570-1626), Marcià Albareda (?-1673), Joan Barter (1650-1706) y Francesc Valls (1671-1747). Contemporáneos de Monteverdi, Schütz, Purcell o Bach, dejaron un legado primordial para entender la producción musical catalana del siglo XVII y, aunque su música no aporte demasiado a lo ya escrito por sus contemporáneos europeos, es notable la lucidez, la profundidad y el refinado gusto que se respira en ella.

Para ser más precisos, sonaron la Misa pro defunctis a 4 voces de Joan Pau Pujol, las motetes Ave Maria, Veni sponsa Christi y Nous autem gloriari de Marcià Albareda, la Misa a 6 voces y bajo continuo de Joan Barter y las motetes Qui manducat meam carnem y O vos omnes y el salmo Beatus vir de Francesc Valls, el más sobresaliente de todos ellos.

El Cor de Cambra Francesc Valls, conjunto vocal de la Catedral, dirigido por David Malet y acompañado en algunos números por bajón, arpa doble y órgano positivo, abordó el programa con gran sentido historicista y una luminosidad que llenó, con calidez, la fabulosa Capilla del Cristo de Lepanto del templo. Destacaron ampliamente los bajos del conjunto, así como las sopranos, que dieron un amplio sentido a las líneas de este primer Barroco, logrando un cualitativo resultado que ya vaticinaba el más que repleto recinto. 

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