L'AUDITORI
8 / noviembre / 2011
Dir: Pablo González
OBC
Solistas: Frauke Oesmann y Magdalena Barrera
Mozart fue un revolucionario de primera línea, por ello no debería sorprendernos encontrarlo compartiendo programa con autores tan innovadores como Edgard Varèse o Luciano Berio. Sin embargo, sorprende, porque para nosotros Mozart no se enmarca dentro de una vanguardia, sino que responde a uno de los máximos representantes de la "música clásica", "música culta" o como quieran llamarle.
La flautista Frauke Oesmann |
Por eso, ayer fui a L'Auditori y me encontré con un programa que empezaba por Varèse, seguía con Mozart, después venía Berio, pasamos por Montsalvatge y retornamos Mozart. Esto es la música, queridos amigos, y todo es música, le pese a quien le pese.
De Varèse sonó su obra Intégrales, en una revisión de Chou Wen-Chung. Esta composición carece de línea melódica y tema principal. Escrita para orquesta de viento y percusión, su objetivo es lanzar sonidos, proyectarlos, para que podamos impregnarnos de la riqueza del instrumento y su potencial. El conjunto de la OBC estuvo formidable, y me llamó la atención ver a Pablo González, a quien relaciono más con autores del XIX, dirigiendo este repertorio tan arriesgado.
A continuación, Concierto para flauta, arpa y orquesta en Do mayor, KV 299 (297c) de Mozart captó toda la atención de la noche. Las solistas fueron las de flauta y arpa de la Orquesta. Frauke Oesmann y Magdalena Barrera, respectivamente. Solo tengo halagos para ellas. La ejecución fue sublime, coordinada, cómplice y delicada. Oesmann hizo gala de una fina técnica y Barrera hizo que el arpa sonase y actuase como instrumento solista. No es la primera vez que veo este concierto y la verdad es que el frágil sonido del arpa suele quedar absorbido por la orquesta y la flauta. Anoche esto no ocurrió. Barrera estuvo sobresaliente y elegante, a la altura sonora de su compañera. Por su parte, González modeló al conjunto con una gracilidad enternecedora.
OBC |
En último lugar pudimos escuchar la Sinfonía núm. 41 en Do mayor, KV 551 "Júpiter" de Mozart que, pese a la frialdad y ausencia de brillo con la que se interpretaron los dos movimientos centrales (Andante cantabile y Menuetto: Allegretto), revivió en el Molto allegro final para dejar un buen sabor de boca a los que asistimos a la cita.
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