miércoles, 9 de noviembre de 2011

Oesmann y Barrera, Barrera y Oesmann

L'AUDITORI
8 / noviembre / 2011
Dir: Pablo González
OBC
Solistas: Frauke Oesmann y Magdalena Barrera

Mozart fue un revolucionario de primera línea, por ello no debería sorprendernos encontrarlo compartiendo programa con autores tan innovadores como Edgard Varèse o Luciano Berio. Sin embargo, sorprende, porque para nosotros Mozart no se enmarca dentro de una vanguardia, sino que responde a uno de los máximos representantes de la "música clásica", "música culta" o como quieran llamarle.
La flautista Frauke Oesmann
Recordando unas palabras que me dijo recientemente un amigo compositor, la "música clásica" y la "música contemporánea" (y lo pongo entre comillas porque no voy a entrar ahora a debatir nomenclaturas) deben interpretarse juntas, con total naturalidad, y sin separación alguna.

Por eso, ayer fui a L'Auditori y me encontré con un programa que empezaba por Varèse, seguía con Mozart, después venía Berio, pasamos por Montsalvatge y retornamos Mozart. Esto es la música, queridos amigos, y todo es música, le pese a quien le pese.

De Varèse sonó su obra Intégrales, en una revisión de Chou Wen-Chung. Esta composición carece de línea melódica y tema principal. Escrita para orquesta de viento y percusión, su objetivo es lanzar sonidos, proyectarlos, para que podamos impregnarnos de la riqueza del instrumento y su potencial. El conjunto de la OBC estuvo formidable, y me llamó la atención ver a Pablo González, a quien relaciono más con autores del XIX, dirigiendo este repertorio tan arriesgado.

A continuación, Concierto para flauta, arpa y orquesta en Do mayor, KV 299 (297c) de Mozart captó toda la atención de la noche. Las solistas fueron las de flauta y arpa de la Orquesta. Frauke Oesmann y Magdalena Barrera, respectivamente. Solo tengo halagos para ellas. La ejecución fue sublime, coordinada, cómplice y delicada. Oesmann hizo gala de una fina técnica y Barrera hizo que el arpa sonase y actuase como instrumento solista. No es la primera vez que veo este concierto y la verdad es que el frágil sonido del arpa suele quedar absorbido por la orquesta y la flauta. Anoche esto no ocurrió. Barrera estuvo sobresaliente y elegante, a la altura sonora de su compañera. Por su parte, González modeló al conjunto con una gracilidad enternecedora.

OBC
El segundo bloque consistió en la Sequenza I para flauta de Luciano Berio. Una obra para flauta sola que supone todo un reto virtuosístico para el músico. El sonido baila, explorando todos los rincones del instrumento en un festival brillante. Oesmann entendió perfectamente el significado de la obra y así lo plasmó en su nítida interpretación. Le siguió Barrera con las Variaciones sobre un tema anónimo para arpa de Montsalvatge, que bordó la belleza de esta composición de madurez del autor.

En último lugar pudimos escuchar la Sinfonía núm. 41 en Do mayor, KV 551 "Júpiter" de Mozart que, pese a la frialdad y ausencia de brillo con la que se interpretaron los dos movimientos centrales (Andante cantabile y Menuetto: Allegretto), revivió en el Molto allegro final para dejar un buen sabor de boca a los que asistimos a la cita.

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